San Pedro, Príncipe de los Apóstoles, tu nombre era Simón, que Jesucristo cambió ...
“San Pedro, Príncipe de los Apóstoles, tu nombre era Simón, que Jesucristo cambió por Pedro, para que tú seas la roca sobre la cual el Señor edificaría el templo de la Fe. Cambiando vuestro nombre, el Señor os dio las tres llaves de los secretos y poderes, en el cielo y en la tierra, diciéndoos: "Todo lo que desatéis de la tierra, será desatado en el Cielo". San Pedro, Príncipe de los Apóstoles, la primera llave es de hierro, abre y cierra las puertas de la existencia terrena. La segunda llave es de plata, abre y cierra las puertas de la sabiduría. La tercera llave es dorada, abre y cierra las puertas de la vida eterna. Con la primera abres la puerta a la felicidad en la tierra; con la segunda abrís la entrada al pórtico de la ciencia espiritual; con el tercero, abres el Paraíso. Para mí, glorioso Apóstol mártir, cierra los caminos del mal y abre los caminos del bien. Desátame en la tierra para que pueda ser desatado en el Cielo. Con tu llave de hierro, abrí las puertas que se cerraban ante mí. Con tu llave de plata, ilumina mi espíritu, para que pueda ver el bien y apartarme del mal. Con tu llave de oro, descenderé las entradas de la corte celestial, cuando el Señor se sirva para llamarme. Lo que desatéis en la tierra será desatado en el Cielo, lo que atéis en la tierra será atado en el Cielo. Glorioso San Pedro, tú que conoces todos los secretos del Cielo y de la Tierra, escucha mi llamado y responde a la oración que te dirijo. ¡Que así sea!