Forbidden gospels and epistles

Se consideró que varios evangelios y epístolas no eran aptos para ser incluidos en el Canon de las Escrituras. Estos textos son escritos fascinantes que ofrecen conocimientos teológicos y sociales.

La Epístola de Bernabé es una epístola griega que contiene veintiún capítulos, conservada completa en el Códice Sinaítico del siglo IV, donde aparece al final del Nuevo Testamento. Es distinto del Evangelio de Bernabé.

El Evangelio de Bernabé es un “evangelio” no canónico supuestamente escrito por el apóstol Bernabé, un relato narrativo de la vida de Jesús contado, únicamente, desde una perspectiva musulmana (aunque no precisamente teológicamente congruente ni con el cristianismo ni con el Islam). Como lo demuestran dos textos conocidos (en italiano y español, este último sólo disponible a través de una transcripción parcial), los estudiosos generalmente sitúan su fecha de composición alrededor del siglo XIV d.C. y lo ven como una obra original que incorpora materiales anteriores que, curiosamente, se derivan de fuentes distintas a la Vulgata Latina más comúnmente utilizadas en ese momento.

Los dos textos son en gran medida congruentes, y la traducción aquí se basa en el manuscrito italiano, traducido por Lonsdale y Laura Maria Roberts Ragg en 1907, que incluye títulos para los primeros 27 capítulos (el manuscrito en sí parece estar completo textualmente, pero con material circundante, incluido un prefacio, todavía en proceso de composición).

La aplicación ofrece al usuario la posibilidad de seleccionar aleatoriamente un dicho individual para su contemplación, así como la posibilidad de elegir un dicho individual por título, buscar en el texto completo del documento dichos que contengan una palabra en particular y, por supuesto, ver el texto completo del documento.

Defender el "derecho al juicio privado" y nuestra "libertad cristiana con la que Cristo nos hizo libres"; añadir leña al fuego de la investigación y, en el crisol de la investigación profunda, derretir el oro de la religión pura, la escoria de la invención del hombre; apelar a los tribunales errados de un Sacerdocio falible y restaurar a su estado original el Testamento mutilado del Salvador; también para inducir a todos los pensadores serios a buscar no una parte, sino la totalidad de las Escrituras, si creen que en ellas encontrarán la vida eterna;

Disputar la autoridad de aquellos eclesiásticos poco caritativos, discutidores e ignorantes que fueron los primeros en suprimir estos evangelios y epístolas; y me uno al desacuerdo con sus sucesores católicos y protestantes que desde entonces los han excluido del Nuevo Testamento, del cual formaban parte; y fueron venerados por las Iglesias Primitivas, durante los primeros cuatrocientos años de la Era Cristiana.

Para asegurar a estos Evangelios y Epístolas una atención seria y sin prejuicios, a la que tienen derecho, al igual que aquellos ahora patrocinados por la autoridad de la Iglesia, me referiré brevemente a esa época vergonzosa de los Anales Eclesiásticos Romanos, cuando el Nuevo Testamento fue mutilado y el oficio sacerdotal se empleó para excluir estos libros de sus páginas.